CARTA PARA IRME DE CASA (Y VOLVER)

Amorcito mío:

Hace una semana me fui de casa, y no termino de entender si entendés la situación, y qué te pasa con todo esto. Te llamo todos los días y hacemos videollamada. Los primeros días sentí que te chupaba un huevo, pero ya hace dos o tres que te ponés contento cuando me ves, y te da como vergüencita. Creo que me extrañas. Te comería a besos.

“Nunca olvides a quien a dado todo por vos”, dice un tipo en un reel que se hizo viral contando que le compró un departamento a su mamá ya viejita. Yo no pretendo que me regales un departamento cuando seas grande, pero de verdad deseo que no me olvides. Como tu mamá, como tu mamá Crema escorpiana, latina e intensa por default que soy, lo he dado todo ya por vos. Desde antes de que nacieras, cada dia, todos los días y para siempre, doy todo de mí por vos. Te he dado mi cuerpo, mi corazón, todos mis pensamientos. Todo mi tiempo. He pausado cosas enormes porque prefiero estar con vos. Te di todo de mí, y me quedé vacía. No se puede servir un vaso con una jarra vacía, creo que esa imagen es importante. Y yo no medí bien, di di di di di y me quedé vacía, sin una sola gota dentro. Es fácil, como mamá, Crema, escorpiana, latina e intensa, desvivirme por vos. Es fácil también, como madre, desdibujarse. Yo te presté tanta atención, me obnubilé tanto con tu existencia, que me olvidé de la mía. Estoy quemada. Estoy tan cansada, hijo. Y no termino de entender si entendiste por qué me fui -pese a que te lo expliqué y te lo anticipé varias veces-, si entendés que mañana vuelvo, o si pensás que no nos vamos a ver nunca más. Nunca, pero nunca, te voy a dejar. Y si me voy, es para volver. Siempre, pero siempre, voy a volver a vos. Siempre voy a encontrar la manera de encontrarte.

Te falta crecer muy poquito para entender que los escarabajos tienen significancia en nuestra familia. Bah, en tu abuela: Al escarabajo se le consideraba un símbolo solar y por lo tanto, guardaba un vínculo con el poderoso dios Ra, la deidad que concedía la vida (ja! Tu abuela). Los escarabajos peloteros construyen una bola de estiércol que van arrastrando de aquí para allá (le cuesta soltar a tu abuela). Esa bola les recordaba al Sol y su recorrido aparente en el cielo a lo largo del día. Pero también es un auto muy hermoso, y tu abuela tiene uno color ladrillo de 1960 que maneja de aquí para allá en las sierras de Córdoba, con la mayoría de las piezas originales, sin cinturones de seguridad, de colección realmente.

Tu tía, haciendo honor a la fijación familiar, te regaló un pequeño escarabajito verde (no tenían rojo). Es de esos autitos que si al apoyarle las ruedas en el piso vas un poquito para atrás y luego soltás, el autito sale disparado hacia adelante. Como que hay de darle un poquito de envión y después va solo. No terminás de entender la parte de hacerlo ir para atrás, pero te divierte que lo haga yo y que te dirija el autito hacia donde estés parado. 

No termino de entender  qué flash te estarás comiendo con todo lo que pasa a tu alrededor. Más allá de ser algo que me suelo preguntar con mucha fantasía y fascinación, me empecé a cuestionar todo eso respecto a cómo estamos nosotros, tu alrededor. Estos últimos meses han sido para mí como una lucha (no siempre) silenciosa entre lo que creo que está bien hacer (en nombre de tu bienestar y tu felicidad) y la culpa de ese porcentaje de posibilidad de que eso que estoy haciendo no haya sido la decisión correcta. Es tan difícil querer darte el ejemplo constantemente, como si supiéramos qué estamos haciendo. Faltan años para que te des cuenta, pero estamos aprendiendo con vos, crecemos con vos, y de verdad estamos haciendo lo mejor que podemos.

Es importante para mí que vos sepas que absolutamente todo lo que hago y decido es en pos de tu bienestar y lo que yo considero felicidad. Espero estar a la altura para saber acompañarte en el largo camino de entender qué es lo que nos hace feliz a cada uno. Y si alguna vez te doy la sensación de ser o hacer de una forma que no va con esto que te estoy diciendo, primero te pido me lo digas. No te tragues tus sentimientos. Ni tus pensamientos, ni te tragues a tus demonios, ni a tus miedos. A mí me podés venir con lo que sea; con lo que sea que quieras contarme o compartirme. Pero si yo alguna vez te doy la sensación de no estar pensando en tu bienestar físico, mental y/o emocional, charlémoslo. Quiero explicarte de dónde vienen mis decisiones, mis ideas, mis conclusiones. Y si alguna vez sentís que me priorizo a mí misma por sobre vos, estoy sólo tomando envión. A veces tengo que alejarme un poco de todo, para volver con más fuerza y más amor todavía. Estaba muy cansada, hijo. Necesitaba alejarme para recargar pilas. A veces lo único que necesitamos cuando no damos más es un poco de tiempo, y un poco de espacio. Un poco de distancia, lo suficiente para tomar carrerita y volver empoderados como una flecha. Pero, como tu autito verde, sólo me voy un poquito para atrás para agarrar envión y encarar sin escalas y a toda velocidad donde estés vos.

Me fui de casa unos días porque no daba más, necesitaba recargar la jarra para poder seguir vertiendo en tu vasito de amor. Quiero que te sientas abrazado, siempre. Y que sepas que en mí tenés refugio; acá podés venir a volver a encontrarte cuando andes un poco perdido. Porque todos nos perdemos alguna vez.

Espero nunca sientas que no tenés adónde ir. Uno de los primeros libros que te compré (y que seguimos leyendo hasta el cansancio) se llama “A Mother Is A House”. Y habla de cómo mi panza fue tu primer hogar, y todo lo que soy para tus ojitos de bebé desde que saliste de allí: un canguro, un auto apurado, una canción de cuna, un puerto en la tormenta, el antídoto cuando estás enfermo, y un hogar, otra vez. Una mamá ES una casa, y ES un canguro, y un antídoto, y un hogar (otra vez). En mí, amore, siempre tenés hogar, aún cuando yo necesito alejarme un poco del nuestro.

Ya vendrán también los años en los que me odies y cuestiones todas mis decisiones. Irme unos días de casa fue una de las decisiones más duras pero acertadas que he tomado a lo largo de tu crianza. No termino de entender cómo procesás todo esto, y lo único que me da miedo es no estar comunicándote bien las cosas y traigas estos días a colación en terapia en unos años. Creo estar obrando bien. Estoy tomando decisiones y criándote desde el corazón. Todo lo que esté hecho desde el corazón va a estar bien. Porque tengo un buen corazón. Papá, también, tiene el corazón donde lo tiene que tener. Es lo que lo salva. Lo que nos salva a todos. Y es imposible que vos seas diferente. Se te nota en el brillo de tu mirada que el corazón apenas te entra en el cuerpo. Pero así como hijo de tus padres que sos, vas a tener muchos demonios dentro, que van a querer comerte de un bocado. La única arma infalible en esa batalla es tu amor propio y la transparencia, la claridad mental que sólo la honestidad (y a veces un poco de distancia) te puede dar.

Animate siempre a sacar para afuera todo lo que te envenene. Escuchá a tu cuerpo. Escuchate el corazón. Y no tengas miedo de no siempre saber lo que necesitas. No tengas miedo de venir a mí, aunque ni vos mismo entiendas qué querés de mí. Soy templo, soy pausa, espero serte paz. Siempre vas a encontrar un abrazo en mis brazos. Yo soy refugio y soy tiempo. Doy todo el mío, por el tuyo ♥️

¡Qué alegría enorme saber que te veo mañana! Te voy a morder toda esa carita hermosa que tenés.

Una respuesta a «»

Deja un comentario